martes, 6 de enero de 2015

La izquierda latinoamericana sin petróleo



La nueva etapa de petróleo “barato” que estamos viviendo a nivel mundial supone un grave riesgo para la continuidad de las políticas de orientación “chavista” en América Latina: así de sencillo, así de triste y así de grave.

La gran obra de los gobiernos de inspiración chavista ha consistido en poner por vez primera en la historia de Latinoamérica los recursos naturales de los países respectivos al servicio de sus ciudadanos. Obviamente ni era ni es justo esperar que en tan pocos años de gestión estos gobiernos recuperasen todo el tiempo perdido bajo el mandato de las oligarquías poscoloniales: recordemos que el chavismo gobierna Venezuela desde 1999; Evo Morales preside Bolivia desde 2006 y Rafael Correa es presidente de Ecuador desde 2007. Poco tiempo cuando se trata de corregir desequilibrios históricos.

Tanto en términos de prosperidad como en términos de desarrollo, lo logrado hasta el momento es bastante satisfactorio y merece ser calificado como proeza: según la evolución del Índice de Desarrollo Humano (elaborado anualmente por Naciones Unidas), estos países han experimentado avances socioeconómicos muy importantes; de hecho mientras ese indicador ha crecido un 2´9% en España en el periodo 2005 – 2013, estos países lo han hecho a un ritmo muy superior (véase Cuadro 1). Un botón de muestra: en solo 10 años, la pobreza extrema (proporción de habitantes que viven con menos de 2 dólares al día) ha sido reducida a la mitad.


Evolución del Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas

2005
2013
Variación

Puesto
IDH
Puesto
IDH
Bolivia
108
0,636
105
0,667
4,9%
Venezuela
70
0,716
64
0,764
6,6%
Ecuador
87
0,687
92
0,711
3,4%
España
26
0,844
26
0,869
2,9%
Fuente: elaboración propia a partir de IDH (PNUD).


Sin embargo, una de las principales deficiencias de su gestión, y que ahora cobra triste actualidad, ha sido precisamente la insuficiente diversificación de su estructura productiva: recibieron economías fuertemente dependientes de la producción de petróleo y gas natural (monocultivos energéticos) y… una década después lo siguen siendo. En el caso de Ecuador el petróleo constituye el 54´8% de sus exportaciones, en Bolivia gas natural y petróleo suponen otro 56´8% y en Venezuela la cifra se dispara hasta el 66´7%. Por esta razón buena parte del PIB de estos países y de los ingresos presupuestarios de sus respectivos gobiernos dependen de la exportación de hidrocarburos. La caída en la cotización media del petróleo (105 $/barril entre 2011 y 2013, frente a los 60$/barril actuales) supone un duro golpe macroeconómico frente al que los gobiernos tendrán que tomar medidas.

La caída del precio del petróleo afectará en primer lugar al PIB por la vía del consumo privado, al disponer ciudadanos de menores ingresos procedentes de los dividendos y salarios generados por el sector. A eso hay que sumar una segunda ronda: los menores ingresos fiscales se traducirán en desequilibrios a los que los gobiernos tendrán que responder mediante ajustes fiscales que pueden deprimir adicionalmente la demanda agregada. Paralelamente, es de esperar que este deterioro macroeconómico conlleve un endurecimiento en el acceso al crédito (tanto interno como externo) que retroalimente el ciclo recesivo. China, uno de los principales sostenes financieros de estas economías, también parece enfriarse por lo que la colocación privilegiada de la deuda soberana de estos países puede sumar nuevas dificultades.

Según las previsiones del FMI la peor parte se la llevará Venezuela, para cuyo PIB se estima una caída del -3% este año y otro -1% en 2015. En principio Ecuador y Bolivia podrían vadear la crisis puesto que se estima crecimientos del PIB del 4% y del 5% respectivamente para el año próximo, cifras exorbitantes desde la experiencia europea pero que suponen una peligrosa desaceleración si lo comparamos con el pasado inmediato. Además, hemos de tener en cuenta que estos cálculos fueron hechos por el FMI suponiendo que el precio medio del petróleo sería de 102´7 $/barril durante 2014 y 99´4 durante 2015, cuando actualmente el petróleo cotiza por debajo de los 60$/barril.

El impacto de los precios del petróleo ya se están dejando notar en las respectivas balanzas de pagos y en los saldos presupuestarios. En el caso de Ecuador las exportaciones han crecido este año a una tasa del 5´4% (un ritmo cuatro veces menor que en años anteriores) y el déficit público cerrará en un -4´2% (también cuatro veces superior al de años anteriores). En el caso de Bolivia, el mayor peso de las exportaciones de gas frente a las petroleras, ha atenuado el impacto de los nuevos precios: las exportaciones aún crecen a buen ritmo (9%) y el presupuesto cerrará el año con un pequeño déficit (-0´4% del PIB). Venezuela es, con diferencia, el caso más dramático: las  exportaciones han caído un 7´8% este año, que viene a sumarse a otra caída de -8´8% en 2013 y el déficit público cerrará en un -2´8% del PIB. Estos desequilibrios vienen a complicar aún más la hiperinflación crónica que sufre el país y que ni en los mejores años del chavismo fue capaz de controlar: el mejor dato fue el correspondiente al año 2001 (un 12´5%) y actualmente los precios crecen a un ritmo del 63´4%.

Lo que estos datos demuestran es que la sombra del ajuste presupuestario sobrevuela las economías de estos países. Ante ese escenario merece la pena defender el legado de estos años de gobierno y esperar que estos países implementen medidas alternativas a las que los organismos multilaterales nos tienen acostumbrados. El ajuste ante a caída de los precios del petróleo es sin lugar a dudas inevitable, pero no tiene necesariamente que consistir en recortes sociales ni en aumentos regresivos de la tributación. Confiemos en que el coraje que han demostrado estos años ante los embates del FMI y el Banco Mundial sirva ahora para enfocar el nuevo escenario.

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